Pequeños detalles para lograr grandes cosas
Independiente en qué punto estés en tu camino, quizás sientes que tu corazón desea más…. conocer y aprender más, hacer más, compartir, evangelizar y amar más… que quisieras poder hacer un verdadero cambio en todo el mundo, y que quieres ser plenamente feliz y trascender. Quizás reconoces esa sed intensa que tiene tu alma de Dios, y ese deseo e ideal de ser santo...
Quizás, como a mi, alguna vez te ha pasado por la mente esto, y tu corazón se ha llenado de ilusión y fuegooo. Sin embargo, ¿qué pasa? que somos muy buenos para tener buenas ideas, deseos y propósitos, pero batallamos TANTO en vivirlo. A veces queremos hacer mucho, y terminamos haciendo nada. Nos falta disciplina, constancia.
Y en este tiempo, con esta pandemia que estamos viviendo, muchos no podemos salir de nuestras casa, podemos vernos frustrados por no poder hacer muchas cosas, vernos tentados a distraernos y abandonar poco a poco nuestros esfuerzos por vivir como Dios nos llama a vivir, en santidad.
Hoy te quiero compartir algo que Dios ha estado poniendo en mi corazón durante varios meses, en mi oración y por medio de mi formación, tanto en el DIEC, como en las actividades de la Milicia de Santa María (recomendadas 10/10). No es nada nuevo, pero quizás, como yo, tu también necesitas recordarlo. Dios quiere que seamos la mejor versión de nosotros mismos. Dios quiere llenar y cumplir mis más profundos anhelos, y esto es más sencillo (pero no fácil) de vivir que lo que a veces pensamos.
Hay muchas sugerencias muy buenas en todos lados de cómo vivir estos días de cuaresma, y además, de aislamiento social (o cuarentena), pero yo te quiero compartir 3 ideas sencillas para que podamos vivir esto que anhelamos, esta santidad sencilla, alegre, misionera, diaria y oculta (o encerrada jaja).
1. Los pequeños detalles
La santidad está en los más pequeños detalles!! Estamos llamados a una santidad sencilla, en la que no es necesario hacer mucho, sino solamente lo que nos toca hacer. En la que no tengo que cambiar el mundo, sino dejar que Dios cambie mi corazón, para así poco a poco, dejar que Él transforme el mundo a través de mi.
Justamente estos días de aislamiento podemos recordar y practicar más fácilmente la santidad como la Sagrada familia. Pensemos en María y José, trabajando, conversando, cuidando y enseñando a Jesús. Una familia sencilla, con una vida sencilla, oculta; y a la vez profundamente santa.
Si Jesús pasó 30 años en vida oculta, creo que nosotros también podemos pasar algunas semanas “ocultos”, y aprovechar, especialmente ahorita, que también es cuaresma, para formar hábitos positivos, mejorar nuestra relación familiar, y sobre todo, encontrar valor y grandeza en el cumplimiento del deber. La santidad es esto… y San Josemaría Escrivá nos lo recuerda: “Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces.”
Damos gloria a Dios, si hacemos lo que tenemos que hacer (estudiar, trabajar, ayudar en la casa, cuidarnos, etc) con nuestro mejor esfuerzo, responsabilidad, honestidad y amor. "Hermanos, los exhortamos a que progresen más y más, y a que pongan su empeño en vivir pacíficamente, ocupándose cada uno de lo suyo y trabajando..." (1 Tes 4, 11). Además de así fortalecer nuestra voluntad, nos volvemos un testimonio auténtico, por que Dios influye en todo lo que hacemos, por más pequeño que sea o insignificante que parezca. La santidad es hacer la voluntad de Dios, seguir las mociones del Espíritu Santo, en cada momento de cada día.
Las pequeñas decisiones de cada día forman lo que somos. Si podemos ser fieles en las cosas pequeñas que debemos hacer, será más sencillo ser fiel en las cosas grandes que Dios nos pide.
2. Alma a alma
Es increíble ver cómo en estos días, en los que no podemos salir, no podemos hacer apostolados, ir de misiones, ni hacer pláticas o reuniones normales, todos han salido a evangelizar desde las redes sociales. Esto demuestra que la Iglesia está viva, y enserio espero que todos lo sigamos haciendo.
Como católicos, no podemos ser indiferentes a la salvación de las almas, no podemos descansar y estar tranquilos mientras haya personas que siguen sin conocer a Dios, que los ama. Muchas veces por hacer muchos apostolados presenciales o digitales, podemos olvidar que las personas que más necesitan de Dios están justo a nuestro lado. Dios nos llama a voltear a ver y ayudar a las personas más cercanas a nosotros, o a quienes nos topamos todos los días.
Algo que sí podemos hacer también en estos días sin salir, y que puede tener mucho impacto, es intencionalmente cultivar nuestras amistades con pequeños detalles. Hoy más que nunca es fácil seguir en contacto con las personas importantes para nosotros por medio de mensajes, llamadas y videollamadas.
El apostolado esencial es alma a alma, en el que yo me intereso por ti, por quien eres, por tu bien, en el que compartimos ambos nuestra vida y corazón, en el que busco ir más allá de lo superficial en mis conversaciones, escucharte y entenderte, para que puedas confiar en mí cuando necesites guía o consejo en alguna situación de tu vida. Es importante ser amigos que realmente escuchen, que puedan a dar un buen consejo, y que hagan al otro sentirse amado y valioso.
Por eso nuestro testimonio coherente, y sobre todo, nuestra amistad sincera, son los medios clave para poder ayudar a Jesús a salvar almas. ¿Cómo? Reflejando la alegría que da ser amado por Dios y amarlo y ayudando a que otros se sepan amados por Él.
3. Vida interior
Ahora bien, no podemos hacer nada de esto, si no tenemos una relación personal con Dios. Por eso es muy importante cultivar nuestra vida interior, para dejar a Dios actuar en nosotros, dejar que nos renueve y transforme con su gracia. Esto nos va a permitir realmente fortalecer nuestra voluntad, ser buen testimonio y cumplir con el apostolado que nos toca, así como vivir el momento presente en presencia de Dios, dirigiendo todas nuestra acciones, pequeñas y grandes, a El.
¿Y qué puedo hacer para cultivar mi vida interior? Es muy sencillo, se necesita un corazón abierto. Te invito a cuidar los pequeños detalles: incrementar el tiempo que dedicas a tu oración diaria, a reflexionar en el silencio con Dios, vivir más intensamente la misa, rezar y meditar el rosario, leer algún libro espiritual y reflexionarlo con calma. Pide ayuda al Espíritu Santo!
Quiero terminar recordándote que en realidad todo esto no solo nos sirve ahorita que no podemos salir, ni solamente por ser cuaresma, sino que es algo que en realidad tenemos que esforzarnos por vivir siempre.
Cuidar nuestra relación con Dios, vivir la santidad en los pequeños detalles de cada día, hacer bien lo que nos toca hacer por más simple que parezca, forjar nuestra voluntad, ser misioneros con cada persona que cruza nuestro camino, en especial con nuestros amigos y familia.
Que este tiempo podamos reflexionar, y sobre todo dejar a Dios transformar, educar y renovar nuestra mente, corazón y voluntad. Que dejemos que nos convierta cada vez más en Él. Y que estos días donde es más fácil (o difícil) vivir la santidad en lo más oculto, nos sirvan para seguir haciéndolo una vez que todo vuelva a la normalidad. Vivir cada día una santidad sencilla, oculta.
Dios quiere tanto para nosotros y de nosotros. Él sabe que lo que realmente nos va a hacer felices no es fácil, pero hay que recordar lo que dice Santa Teresita de Lisieux: