La Virgen María como Modelo para la Mujer del Siglo XXI
Esta historia que estoy por contarles es más corta de lo que en realidad creí, pero empezaré por el mero principio. Desde hace ya 6 años, cuando tuve mi bautismo en el Espíritu, surgió por gracia de Dios una fuerte conexión entre mi corazón y el corazón de mi Madre, la Virgen María. Fue desde entonces que el tema del que más me gusta hablar cuando me invitan a conferencias, retiros o pláticas, es sobre Ella. Conforme he ido desarrollando el tema, leyendo más libros, estudiando más la Biblia y por supuesto, orando, he llegado hasta el título del día de hoy “La Virgen María Como Modelo para la Mujer del Siglo XXI”. No sé qué tan bueno sea en las primeras impresiones, si dará risa o pareciera que está en la línea de la herejía. Pero no es nada más que unas ganas fuertes, dentro de mí, de dar a conocer una parte de la vida de la Virgen María, que ella misma me ha ido guiando para descubrirla y que siento que no es tan conocida por todos.
Como preámbulo, es importante contar que cuando era chiquita fui muy hiperactiva, practicaba muchos deportes, le jugaba vencidas a mis amigos, y luchitas a mi papá. Mis papás nunca me hicieron sentir que estuviera haciendo cosas fuera de lugar o “cosas de niños”, todo lo contrario. Ellos siempre me apoyaron y me alentaron. Este estilo de vida, las frases de afirmación como “¡qué fuerte eres!” sobre todo de mi papá, y el hecho de que mi mamá ha sido muy fuerte siempre en todo tipo de ocasiones me hizo crecer con esta idea de mí misma: yo era una mujer fuerte, en todos los sentidos y fue un shock fuerte para mí el irme topando con gente que pensara todo lo contrario de la mujer en general.
Es otro tema hablar sobre el feminismo o la equidad de género y toda esta idea que muy seguramente muchas mujeres queremos apoyar y defender porque creemos que es lo justo y, sin embargo, en los últimos años han habido muchos movimientos y corrientes que me han dejado mal sabor de boca y han hecho que me deje de llamar a mí misma feminista; pero al mismo tiempo me han dejado una gran inquietud sobre el verdadero comportamiento que debería de tener una mujer en el siglo XXI. ¿Libre y empoderada?, ¿humilde y obediente?, ¿hay un punto medio? ¿está bien querer un punto medio?... ¿Quién me podía ayudar a resolver estas dudas y combatir con todas las ideas que la sociedad intenta hacernos creer como correctas?, ¿Quién iba a ser mi ejemplo a seguir, como para tomarme de la mano y enseñarme el camino a mi verdadera plenitud como mujer? ¿una influencer? ¿una actriz famosa?
Seguramente lo primero que muchos piensan al mencionar a la Virgen María como esta mujer verdaderamente digna, es en una mujer completamente contraria a lo que aspira ser una mujer del siglo XXI. Al menos yo lo pensé.
No es nada nuevo el hecho que se hable muy poco sobre la Virgen en las escrituras, sin embargo, es suficiente. Fue yéndome por cada una de las partes donde aparece, meditándolas a detalle, que me di cuenta de que había ahí una mujer oculta de la que nadie me había hablado, una mujer que era justo como la que yo estaba buscando para seguir y que me fuera mi ejemplo. Ella fue la que embonó perfecto con ese modelo que me hacía sentido cuando lo entrelazaba con dignidad y verdadera igualdad sin tener que llegar al narcisismo y ensimismamiento.
Esto se alargaría de más si comenzamos a detallar cada una de las citas bíblicas, pero me voy a permitir resumir la historia mencionando comentarios y pensamientos que me fueron surgiendo cuando comencé toda esta travesía de llegar hasta las entrañas de la mujer por excelencia: María.
Siempre hemos visto la visitación del Ángel Gabriel como “La Anunciación” y verdaderamente lo fue, sin embargo, el fiat de María, ese “hágase” no hace nada más que demostrarnos que María estaba en su plena libertad de tomar cualquier decisión, fue más una pregunta que un anuncio. Por otro lado, el libro “El Silencio de María” de Ignacio Larrañaga, cuenta este evento con otro título: “María cuestiona al Ángel”. Y sí. Para entender este título es importante recordar la historia de Isabel y Zacarías, los padres de Juan (1 Lc, 5-25). A Zacarías también se le aparece el Ángel Gabriel para darle la anunciación de que Isabel, su esposa estéril y de avanzada edad le iba a dar un hijo, él cuestiona al Ángel de cómo habría de suceder teniendo en cuenta estas cosas, y por “dudar” queda mudo hasta que nace Juan y se cumple lo que le había sido anunciado. Este evento es bastante similar al de la Anunciación de la Virgen María: un anuncio y una pregunta. ¿Por qué María no quedó muda por “dudar”? Ciertamente porque Dios conoce lo profundo del corazón y lo que verdaderamente hay en él, esto sólo nos arroja una respuesta: en el corazón de María, no había duda y en el corazón de Zacarías sí. ¿Pueden imaginarse? Toda esa escena de un Ángel diciéndote que vas a ser la madre del mesías y no tener dudas… ¿de qué habrá estado lleno el corazón de María como para que no hubiera lugar para la duda? Todo lo que en verdad pudo haber estado sucediendo dentro de María, todas las preguntas, cosas como: ¿qué va a pensar José, mi futuro esposo?, ¿me van a apedrear por tener un hijo fuera del matrimonio y “ser una adúltera” ?, ¿qué va a pasar si algo me pasa y tengo dentro de mí al hijo de Dios? Nunca sabremos lo que en realidad pasó por su mente, pero de una cosa sí estamos seguros, en su corazón no hubo duda del poder de Dios, a pesar de todas estas cosas que pudieron haber turbado su corazón. Ella prestó su cuerpo, su vida, libremente, para que el Hijo de Dios llegara a la tierra. Dios se valió de ella para venir a nosotros por eso tan fuerte esta frase en el Ave María que dice: “El Señor ES contigo”, Dios ES con María, así de unidos. Por eso, comencemos a ver -también- la anunciación como un suceso de María como una mujer libre, que no dudo en decidir hacer la voluntad de Dios en su vida, una mujer valiente, porque dijo “hágase” aunque esto representara un gran peligro para su futuro. María, una mujer sin miedo en su corazón y al mismo tiempo, vacía de sí misma dispuesta a no pensar en ella sino a ser llenada por el Espíritu de Dios.
Otra cosa importante dentro de ese suceso es el hecho de que ella se entera de que su prima Isabel estaba embarazada y teniendo en cuenta que era ya una mujer adulta, María no se detiene a pensar en sí misma. Lo primero que ella hace es, estando embarazada, caminar alrededor de 140 kilómetros para ir a ayudar a otra mujer embarazada. Nadie la hubiera juzgado si no hubiera ido a ayudarla. Lo primero que yo pensaría es: oye, te acaban de decir que vas a ser la Madre del Hijo de Dios, puedes quedarte en tu casa, viendo por ti y tu cuidado. Te invito una vez más a que en vez de ver esto como “la visitación de María a su prima Isabel” y ya, lo veamos -también- como un suceso de maría como una mujer fuerte y decidida, que dentro de su embarazo camina kilómetros para cuidar y atender a otra mujer. Qué acto de amor tan grande entre una mujer y otra, en verdad inténtenlo traer a la situación actual para lograr ser más empáticos con esta decisión que tomó María, y se encontrarán, o al menos yo, me encuentro dudando en si en verdad yo pudiera ser tan fuerte, tan vacía de mí como para que me llene el amor suficiente y hacer ese tipo de sacrificio por alguien más.
Cómo resumir o poner en pocas palabras otras cosas como cuando María caminó con José hasta Belén a punto de dar a luz, no encontrar posada y terminar en un establo rodeada de animales para que ahí naciera su hijo, el hijo de Dios. Después huir de ahí porque la autoridad está buscando a tu hijo recién nacido para matarlo. Para este suceso no es necesario hacer un gran esfuerzo para ver con ojos objetivos lo que María pudo haber sentido, pensado o vivido. María al igual que muchas, fue perseguida y rechazada y cualquier mujer podría sentirse identificada y acogida por ella. Quien a pesar de todo esto dio todo de sí por educar, enseñar y cuidar a Jesús, su hijo amado.
Para no extenderme tanto, aunque quisiera, hablaré de dos últimos puntos: El primer milagro de Jesús en las bodas de Caná como “cuando María enfrenta y orilla a Jesús a realizar su primer milagro” y la crucifixión de Jesús como “María al pie de la Cruz”. Estos sucesos suelen llevar nuestra atención a Jesús, pero en este momento para seguir conociendo el verdadero corazón de María, es importante mirarla a ella, quién estuvo detrás en ambos hechos.
En las bodas de Caná hay una plática importante entre Jesús y su Madre donde pareciera que hablan en “clave” sin ser tan explícitos, pero se entienden cuando María le pide ayuda para la pareja de novios que se había quedado sin vino y Él responde “no es mi momento”, esto primero me hace pensar que muy seguramente era algo que ya habían hablado antes, el poder de Jesús y cuándo sería el inicio de su vida pública. No es novedad que en esos tiempos fuera mal visto tratar y hablar con mujeres, ellas sabían cuál era su lugar y se mantenían obedientes y sumisas con los hombres. María no era la excepción y sin embargo desafía la negación de Jesús y lo orilla (como buena madre) a que realice su primer milagro, no por rebelde y retadora sino por sabia. Ella en su corazón sabía que su hijo estaba listo y “sin importar” lo que él quería lo anima a empezar con su vida pública. Y bueno, no es sorpresa la clara intercesión que tiene con Jesús por los novios que se habían quedado sin vino. Así es como María trabaja también en el cielo ante nuestras necesidades y para nosotros es un verdadero consuelo saber que la tenemos por nuestra madre.
Por último, María en el pie de la cruz, el suceso más importante y donde más queda en evidencia su plenitud como hija, madre y mujer. Yo creo que este momento fue el más difícil de su vida, como si le preguntas a cualquier madre que haya perdido a su hijo. ¿Qué entendía María en ese momento sobre lo que iba a pasar, mientras veía a su hijo ser golpeado a muerte, mientras veía que lo levantaban clavado en una cruz? Nada. Cuántas veces nosotros le exigimos a Dios respuestas sobre lo que nos pasa y nos sentimos enojados e indignados cuando no nos “responde” de la manera que estamos esperando… Imagínense la lista de por qué que tendría María después de todo lo que vivió. ¿Por qué están matando a mi hijo?, ¿por qué no hace nada si es el hijo de Dios?, ¿por qué la muerte tuvo que ser una muerte de cruz?, ¿por qué tuve que vivir esto yo?, ¿por qué a mí? Probablemente nosotros también tenemos muchos por qué por lo que nos ha sucedido en nuestra vida, pero ¿cuál es la actitud de María ante todo esto? Estar de pie, junto a la cruz. María no entiende y lo importante no es entender, es entregarse. Pues la grandeza no le viene a María de su “conocimiento”, mayor o menor, sino de su fe. Serán un sinfín de virtudes y dones los que brotan de María en este momento creando un perfecto equilibrio y ejemplo para la mujer, es humilde y obediente, pero entregada y sabia, es prudente, pero atrevida, fuerte y segura. María es una mujer libre, y esclava por voluntad.
El mundo del siglo XXI no hace nada más que incitarnos y hacernos creer que necesitamos más “self-love” y empoderamiento, y está bien, menos cuando esto nos lleva a rozar la línea de la vanidad y el egoísmo. Nos dicen que no debemos de “someternos a nuestros maridos”, y está bien, siempre y cuando no se pierda el servicio, la entrega pura por la familia y el amor. Nos dicen que luchemos por la equidad, por nuestra libertad, por menos acoso, abuso y homicidio, y está bien, pero que esta causa justa no se vuelva motivo de odio, desprecio y actitud despectiva a los demás. Yo quiero ser libre y fuerte, humilde y segura de mí misma, yo quiero ser como María. María, la llena de gracia, el primer sagrario, la primera misionera. María, modelo para la mujer del siglo XXI.