Actuar con mira a lo eterno
Hola
hermano, espero que esto que te comparto a continuación sea de bendición. Te
propongo que al leer lo siguiente, entres primero en oración y lo hagas parte
de tu oración personal. Ahora sí, empecemos =)
Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia, seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos, que lo jamás conseguido. Seremos más generosos y mucho más comprometidos. Entenderemos lo frágil que significa estar vivos, sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido. Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado. Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro. Y todo será un legado. Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado. - Escrito de Alexis Valdés
Ufff, yo creo que todos nos sentiremos identificados con lo anterior. Definitivamente este confinamiento a todos nos ha puesto a reflexionar sobre lo que verdaderamente importa y que muchas veces dimos por hecho. Cosas tan sencillas con las que contábamos todos los días, como la oportunidad de ayudar a esa persona que vive en la calle, de abrazar a esa persona que amas, de detenerte entre tanto apuro para quitarte los lentes del mundo y ver con los lentes divinos, esos con los que hemos llegado a la tierra, pero que poco a poco la mundanidad nos ha ido ensuciando provocando que veamos borroso. ¿Cuántas oportunidades tuvimos para ser instrumento del Espíritu Santo y cuántas veces lo dejamos pasar por enfocarnos tanto en lo que no era esencial?
Quisiera resaltar la última frase… “Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, COMO NOS HABÍAS SOÑADO”. Como tú y como yo, Dios es todo un soñador… me encanta pensar ese momento en que Dios decidió crear todo lo que existe, ¿te imaginas? Dios… Papá desbordándose de amor y queriendo compartirlo con ese sueño de tu vida, imagínate ese momento… Él con los ojos cerrados pensando en cómo serías exactamente al mismo tiempo que sonreía por saber que su sueño se haría realidad CON TU EXISTENCIA y, sobre todo, anhelando ese momento de encuentro contigo. Hasta que naciste por fin con ese deseo enorme en tu corazón de amar y ser amado.
En ocasiones ser católicos puede parecer complicado. No por la esencia que conlleva, sino porque somos débiles, seres humanos imperfectos. Seres vulnerables, seres con tendencia al error y agrégale lo que quieras. Pero también es verdad que somos seres humanos imperfectos pero perfectibles y ahí está la maravilla. ¿Qué belleza no? Que, al voltear a ver nuestra vida hacia atrás, podemos observar tantas y tantas piedras que nos hicieron caer, pero luego, voltear a un lado y ver que nunca estuvimos solos, y que, por gracia de Dios y porque Dios hace nuevas todas las cosas (Ap 21, 5), esas piedras se han convertido en un aprendizaje, en una oportunidad para perfeccionarnos.
Está demás describir la situación en la que nos encontramos hoy en día. Tantas malas noticias, reformas que van en contra de la naturaleza y de la vida, tantos planes que al parecer han sido arruinados. Pareciera que cuando una persona levanta la voz, hay 3 más que la acallan. Desgraciadamente, el mundo en el que habitamos (y me refiero al ambiente pecaminoso y anticristiano) nos llena de ideas, de pensamientos quizá que van en contra de nuestro prójimo, de ese deseo puro del amor divino. Y poco a poco nos perdemos… dejamos que el mundo nos ponga unos lentes distintos, de mala calidad, con enfoque a lo material, a lo que no es esencial, a lo que nos aleja del sueño de Dios para nuestras vidas. Es una batalla constante entre el anhelo de nuestro corazón y lo que el mundo nos propone… y quiero hoy platicarte de dos riesgos por el cual estoy segura que todos hemos pasado: conformismo y miedo.
¿Te ha sucedido que gracias al Espíritu Santo sientes un fuego en tu interior que te impulsa fuertemente a actuar en favor de algo o de alguien? Pues precisamente ese fuego es el SOPLO con el que Dios te llamó a la vida, y por naturaleza, te llama a lo mismo, a dar VIDA con tus acciones, con tus palabras, con tu amor. Jesús constantemente nos invita a navegar mar adentro y a echar nuestras redes (Lucas 5, 4) para esparcir todo esto hacia los demás, para ir por aquellos que no conocen de esta GRAN MARAVILLA DEL AMOR DE DIOS, aunque, por el contrario, el mundo nos invita a permanecer en la orilla, a ser espectadores, al conformismo.
Quiero invitarte a que no tengas miedo de actuar por las consecuencias que esto pueda traer, tanto positivas como negativas. No te conformes siendo un espectador por pensar que el llamado de Cristo solo es para algunos, porque, así como Dios le dio fortaleza a su hijo Jesús en su paso por la tierra ante aquellas burlas, rechazos y faltas de respeto, hará lo mismo contigo ¡porque tú TAMBIÉN ERES SU HIJO AMADÍSIMO!
Te dejo un tip que el Espíritu Santo infundió en mí y me ha funcionado cuando el mundo me grita para que deje de actuar conforme al deseo más profundo de mi corazón: piensa en tu hogar… sí, piensa en ese momento en que, por fin, después de tantos tropiezos, puedas llegar a los brazos y ver cara a cara a Aquél que viste tantos jueves en Hora Santa a través de la Eucaristía, a Aquél con quien te desahogaste tantas veces en tu oración de la noche, a Aquél de quien tanto te hablaban. Piensa en ese momento en que la mirada de Jesús se cruce con la tuya, te sonría y te diga ¡HE ESPERADO TANTO POR ESTE MOMENTO! y corra hacia ti para abrazarte ETERNAMENTE.
En la sociedad en la que vivimos actualmente es muy fácil perder el camino por el que Dios nos llama. Hay tanta contaminación visual y auditiva que nos impide escuchar la voz de nuestro Padre, quien nos llama en el silencio, en la oración. ¿Sabes? los navegantes, para no perder su rumbo, tienen una guía confiable para llegar a su destino: la Estrella Polar, pues es la única estrella en el firmamento que no se mueve jamás. Dios nos ha regalado también una Estrella Polar para no perder el rumbo en nuestro caminar espiritual y es el llamado a la Santidad, esa es nuestra Estrella Polar. Si tenemos nuestra mirada en esa estrella, en ese llamado, créeme que será mucho más fácil dirigir nuestro camino a pesar de las contrariedades que podamos vivir.
Te invito a que actúes con mira a lo eterno, no con mira a lo material o a lo momentáneo. No esperemos más a “cuando la tormenta pase” para que valoremos lo esencial. No esperemos a “cuando la tormenta pase” para ser ese sueño que Dios anhela ver en su plenitud. Y recuerda que cuando el mundo te grite que las personas no son dignas de ser amadas, que si actúas bien te van a criticar, que si navegas mar adentro te vas a ahogar, que tu granito de arena no aporta nada, tu… HAZLO DE TODAS MANERAS. Y te dejo con la siguiente frase de Santa Teresa de Calcuta que llegó a mi vida en un momento de total desmotivación y que el Espíritu Santo ha sellado en mi corazón.
Las
personas son irrazonables, ilógicas y centradas en sí mismas,
ÁMALAS DE TODAS MANERAS
Si
haces el bien, te acusarán de tener motivos egoístas,
HAZ EL BIEN DE TODAS MANERAS
Si
tienes éxito ganarás falsos y verdaderos enemigos,
TEN ÉXITO DE TODAS MANERAS
El
bien que hagas se olvidará mañana,
HAZ EL BIEN DE TODAS MANERAS
La
honestidad y la franqueza te hacen vulnerable,
SE HONESTO Y FRANCO DE TODAS MANERAS
Lo
que te tomó años en construir puede ser destruido en una noche,
CONSTRUYE DE TODAS MANERAS
La
gente de verdad necesita ayuda pero te podrían atacar si lo haces,
AYÚDALES DE TODAS MANERAS
Dale
al mundo lo mejor que tienes y te patearán en los dientes,
DALE AL MUNDO LO MEJOR QUE TIENES DE TODAS MANERAS
- Santa Teresa de Calcuta